Monday, October 23, 2006

Messi, un hombre solo



De nuevo, Leo Messi. Y nada más. Y, claro, el joven argentino es argentino es bueno, endemoniadamente bueno. Una maravilla de jugador. Pero él no pudo con el Madrid, con Cannavaro, con Capello, con el Bernabéu. En realidad, Messi sí que pudo con todos, pero, como ya sucedió en Londres, con el Chelsea como rival, lo volvieron a dejar tirado. ¿Quién? Sus compañeros, especialmente los dos hombres, las dos estrellas que tanto le aconsejan y tutelan en el vestuario.Deco, el peor Deco de los últimos años, y Ronaldinho, el peor Ronaldinho nunca visto de azulgrana, no tuvieron la solidaridad que necesita, y sobre todo requiere, un joven de 19 años. A Messi ni un reproche. Ni uno solo. Está en el Barça para evolucionar, teniendo a dos megaestrellas mundiales para protegerlos. Ayer, bajo la lluvia que se apoderó de la noche madrileña, era el único jugador que tuvo atrevimiento. El único que tuvo talento. Y, especialmente, el único que decidió ir a por el partido. Los demás, se limitaron a mirarlo. Messi, en cambio, lo jugó. Con entereza y, además, con la grandeza que no exhibieron los demás.





Faltas constantes







A Messi le pasó de todo. Lo voltearon en el Bernabéu, lo masacraron a faltas, le persiguieron hasta el vestuario visitante y, sobre todo, quisieron intimidarlo. Primero lo intentó Roberto Carlos, después le tocó el turno a Cannavaro y, finalmente, Helguera se unió a la fiesta de cómo parar a Messi. A algún jugador del Barça no se le podrá hoy mirar a los ojos. O, al menos, cuando Rijkaard entre en el vestuario tendrá miedo de lo que le puedan decir. A Messi sí se le puede mirar. Por todo lo que intentó en el campo y por todo lo que le salió bien. Un caño a Cannavaro en una jugada imposible en la que dribló dos defensas, incluido Roberto Carlos, para que Gudjohnsen lo estropeara con un remate indigno de un nueve del Barça.Ni así se desmoralizó Messi, quien recorrió, de nuevo, todas las posiciones del ataque. Algo similar a lo ocurrido el pasado miércoles en Stamford Bridge con el Chelsea. Ni así se desmoralizó viendo el argentino que el resto de sus compañeros estropeaba lo que él construía con paciencia y talento. Entre tanta oscuridad y mediocridad, Messi ponía ladrillos, con paciencia franciscana, pero sin darse cuenta de que los demás tiraban, insensatos ellos, la pared edificada.Le mandaron jugar por detrás de los delanteros. Allí se fue Messi. Sin apenas tener oxígeno en sus pulmones, el argentino aún llegó a pisar el área. Estaba exhausto, lamentando, otra vez, el tanto inicial del Madrid. "Jugamos mucho mejor en la primera parte, pero nos dormimos en el gol", recordó Messi."En la segunda parte no supimos reaccionar", añadió el delantero argentino, quien no acaba de entender las causas que han provocado dos derrotas consecutivas del campeón de Liga. Y, aunque por su juego no lo parezca, también de Europa. "Estamos bien, tenemos un gran equipo. No nos podemos caer ahora". Esa frase final de Messi contiene todo el miedo del barcelonismo. Messi nunca se cae. (el Periodico de Catalunya)

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