Saturday, January 20, 2007

El Inter, en el retrovisor

Las locuras tienen un precio. Si estás dispuesto y tus pozos de petróleo siguen garantizando una cuenta bancaria de escándalo puedes hacer como Massimo Moratti con Leo Messi, ofrecerle un contrato que cuadruplique el firmado con el FC Barcelona y esperar la firma (previo pago por caja de 70 millones de euros y un jugador tipo Adriano que pudiera gustar al Barça). Bueno, Moratti no habla de dinero, eso lo deja para sus hombres de 'mercato', él es un romántico que te invita a su mesa y te intenta seducir con estas palabras: alrededor de Leo quiero edificar el Inter de la próxima década.
Moratti embelesa charlando sobre Javier Zanetti, argentino y capitán de los nerazzurri, además de buen amigo de Leo (el azulgrana ha participado en partidos benéficos de la fundación del defensa). Prefiere el presidente explicar al entorno de Leo lo importante que son los jugadores argentinos para su club, contar batallitas de Helenio Herrera, de Luis Suárez, de las Copas de Europa conquistadas. Investigado por acudir a triquiñuelas para cuadrar balances en el club nerazzurro, Moratti no se rendirá hasta conseguir un Inter de leyenda.

El dinero no basta
Algunas veces ocurre que el dinero no basta. Sólo en contadas ocasiones sucede, más cuando hablamos de fútbol. Messi conoce las intenciones de Moratti pero ni se inmuta. Quizá porque cuando Leo quiere regalarle una casa a sus padres escoge Arroyo Seco y no uno de esos 'countrys' (barrios cerrados) donde sólo entras con invitación y si tienes buena pinta. O porque Leo te invita a un zumo en la zona de Puerto España, en Rosario, y dice que ése no es su mundo “porque aquí sólo hay pijos” y él se siente mejor junto a su primo Emmanuel y los amigos del humilde barrio de Grandoli.
El contrato de Leo con el Barça está desfasado porque la progresión del jugador ha sido tan meteórica que difícilmente se podía prever. Pero con 19 años a Messi sólo le preocupa seguir disfrutando: “Juego con Ronaldinho, Deco, Sylvinho... me entrena Rijkaard, ¿qué más puedo pedir? Es verdad que se me hace raro que un club quiera pagar tantísimo por mí, se me hace extraño porque soy sólo un futbolista, pero a la vez es un halago y un orgullo porque significa que sabes contagiar algo diferente. No sigo el fútbol italiano pero tampoco veo fútbol español, a mí me gusta jugar, no verlo por televisión. Conozco a todos los jugadores del Inter, muchos de ellos son argentinos, pero en el Barça estoy tan bien...”.
Leo no necesita fingir, él sabe cuánto provoca su fútbol. “Pero es que llevo muchos años en Barcelona, desde que era un crío. He crecido pensando que algún día jugaría en el primer equipo, tengo mis amigos en la ciudad (estaba muy preocupado por la lesión de Pablo Zabaleta), me siento bien. Tengo todo lo que podría pedir, una familia que siempre está conmigo y la posibilidad de jugar a fútbol con los mejores”.
Llega una pareja de italianos y pide hacerse una foto con el azulgrana. El chico le pregunta medio en español medio en italiano si es verdad que firmará por el Inter y él sonriendo dice que no. Y ella, rubita y con rizos, se pone a dar saltos. “Es que soy del Milan y además me voy a Barcelona con un Erasmus. Y quiero ver a Leo en el Camp Nou”.
El futuro no está escrito pero el de Leo depende del trato que reciba del Barça. No es una cuestión de dinero sino de sensibilidad. Tiene 19 años y hace tiempo que dejó de ser una promesa, es posiblemente el heredero de Ronaldinho en el fútbol (a nivel de impacto) y adora seguir divirtiéndose.

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