La mejor tripleta reaparece en el mejor momento

Momento cumbre. Llega la hora de la verdad. En un mes, el Barça se juega más de media Liga (frente al Valencia, Sevilla y Madrid), su continuidad en la Champions (Liverpool) y su pase a las semifinales de la Copa (Zaragoza). Es el momento, pues, de atarse los machos, de no dar concesión a los rivales, de espabilar, de luchar hasta la extenuación y si es necesario morir en el empeño. No vale relajarse ni pensar que se puede ganar sin bajar del autobús o que ya tirarán del carro los que marcan diferencias. La consigna tiene que ser: todos a una. Tampoco valen excusas, pues el equipo llega a este sprint con todos sus elementos, con Messi, que ya está como una moto, con Ronnie al cien por cien y con Eto’o, en franca mejoría.

Vuelven los tres mosqueteros. Ante el Racing, mañana en el Camp Nou, Rijkaard podrá disponer nuevamente del tridente mágico, compuesto por Ronaldinho, Eto’o y Messi. El brasileño, sin lugar a dudas, es el que está en mejor forma pese a salir de unas molestias que le privaron de jugar en Pamplona (con el Barça) y en Londres (con Brasil). Ronaldinho, que ha mantenido al equipo tras las lesiones del camerunés y del argentino, es el máximo artillero en Liga (13 goles) y el que más minutos lleva sobre el campo después de Valdés y Puyol. Con la colaboración de Eto’o y Messi en ataque debe mejorar su rendimiento y el del equipo, que suma dos partidos (Zaragoza y Osasuna) sin ver puerta.

Llega el ‘león’ y la ‘pulga’. La afición barcelonista está de enhorabuena. Además del regreso de Ronaldinho, la grada del Camp Nou podrá presenciar la vuelta de Eto’o –que ya se ‘estrenó’ en el Reyno de Navarra– y la de Messi, recuperado ya también de una lesión que le ha mantenido en el dique seco desde el pasado mes de noviembre. Eto’o, que con sus goles dio la friolera de 30 puntos al Barça la pasada temporada, debe ser a partir de ahora un jugador imprescindible para el equipo de Rijkaard. El ‘León’ no puede dejar de rugir. En cuanto a Messi, la ‘Pulga’, un delantero desequilibrante donde los haya, debe seguir siendo una pesadilla para las defensas rivales.