Friday, March 02, 2007

Un gran Messi

EL DELANTERO ARGENTINO OFRECIÓ UNA DE SUS MEJORES VERSIONES EN LA ROMAREDA

Frank Rijkaard sabía lo que se hacía cuando decidió no incluir en el ‘once’ titular del partido ante el Athletic a Leo Messi.

El técnico ya debía estar barruntando la táctica a emplear en Zaragoza, ese valiente 3-4-3 que sorprendió a los de Víctor y que resultó la clave de la remontada copera. Intuía que necesitaría al delantero argentino lo más fresco posible y por eso sólo le hizo disputar 24 minutos en la gran noche de Eto’o.

La baja definitiva del camerunés, que acusó el titánico esfuerzo de jugar más de una hora por primera vez en cinco meses, le convenció de que ‘la pulga’ debía ser una de sus armas secretas en La Romareda...

Y es que Rijkaard no sólo sorprendió con ese osado planteamiento a lo ‘Dream Team’, sino también con la elección de sus piezas en casi todas las posiciones. Cualquiera de los tres defensas podría haber actuado en el centro, pero eligió a Thuram, por su veteranía, como réplica de Koeman; en el medio campo, Deco dejó el interior para ocupar el vértice del rombo y asumir el rol de Bakero como primer recuperador de balones liberando así a los ‘pequeños’ Xavi e Iniesta para que sentaran cátedra de creación y reivindicaran la capacidad de llegada de los hombres de segunda línea; en ataque, la apuesta también resultó innovadora. Más que por utilizar a Ronaldinho como falso delantero centro, a lo Laudrup, por recurrir a Messi como extremo izquierda.

La exigencia para el argentino era doble: por un lado debía desbordar, lo que hizo ¡y cómo!, y por el otro impedir que uno de los laterales derechos más en forma de la Liga, el ex madridista Diogo, pudiera sacar partido de sus internadas.

También aprobó esa faceta defensiva con nota. El uruguayo fue el marcador marcado por un portento de la naturaleza, por un Messi pletórico que, dos semanas después de su reaparición ante el Racing, ya vuelve a ser el que era.

En algunos instantes nos recordó a Stoichkov. Por su verticalidad, por su descaro, por su trabajo al servicio del equipo y... por su picardía. El solito desquició a varios jugadores del Zaragoza. Y alguno debería haber abandonado el campo por su entradas antes de que D’Alessandro viera la roja por propinar un cabezazo, leve pero cabezazo al fin y al cabo, a su íntimo amigo.

Lástima que el delantero argentino no pudiera rubricar su gran actuación con un gol. Su remate más certero se estrelló en el palo cuando el partido estaba a punto de acabar. Pero da igual.

Lo importante es que se remontó la eliminatoria y ahora lo que se espera es que se repita la historia en Anfield. Allí debe verse también la mejor versión de Messi. Con él en el mismo estado de gracia que el miércoles en La Romareda, el Barça ya tendrá mucho ganado y el milagro parece cada vez más posible.

Ojalá que lo veamos...

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