Wednesday, July 18, 2007

Un regreso silencioso y en familia

A las pruebas hay que remitirse: la goleada de Brasil pegó demasiado fuerte en el ánimo general. En 2004, la selección que perdió ante el mismo rival la final de la Copa América de Perú se encontró en Ezeiza con una multitud que superó la pena por la derrota y le reconoció el esfuerzo y los méritos. No hubo lugar ayer para una repetición de la escena. Esta vez, apenas un puñado de fanáticas adolescentes tuvo voluntad suficiente para hacer la guardia en el aeropuerto. Hacía frío, como correlato adecuado de la sensación emocional.

Las chicas tuvieron que esperar bastante. Aunque se suponía que el vuelo chárter que trasladó al plantel arribaría entre las 8 y las 9 -sin Tevez ni Ayala ni Crespo, que desde Venezuela conectaron vuelos hacia Europa-, el avión de la empresa AeroSur sólo tocó pista a las 11.50. Después se explicó que la partida desde Maracaibo se demoró y que el viaje se estiró, además, por una escala de más de una hora en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia; que el grupo pasaría directamente de la aeronave al ómnibus que fue a recogerlo, y que de allí iría de inmediato al predio de la AFA. El vehículo no entró sin un pequeño percance: como su altura superaba la del arco de entrada, el equipo de aire acondicionado del techo chocó contra el cemento. Aburrida por la prolongada monotonía, la nube de camarógrafos disparó a registrar la escena.

Toda esa operación demandó un buen rato; la caravana que persiguió al ómnibus en ese pequeño tramo estuvo hecha, más que nada, de móviles periodísticos. En el camino, de todos modos, los jugadores recibieron alguna caricia espiritual: el saludo a las corridas de aquellas chicas, desesperadas por sostener una cartulina con un mensaje, y el de unos obreros apostados sobre las casetas del peaje en la salida de la estación aérea. Ventanillas de por medio, los rostros de los futbolistas se veían serios, circunspectos.

El contacto que querían los esperaba en las instalaciones de la concentración. Allí, desde unas cuantas horas antes, aguardaban sus familiares o amigos. La idea era reunirse con ellos, recoger los autos y, salvo quienes acudieron a la conferencia de prensa, dispersarse definitivamente. Con palabras escuetas pero comedidas, todos se negaron a hablar. Uno de los primeros en dejar el lugar fue Román Riquelme; en un ambiente silencioso, el más animado pareció Javier Zanetti, que junto con su esposa, Paula, jugueteaba sonriente con su hijita, Sol. Algo parecido hacía Agustín Orión, puertas afuera.

Después, cada uno a su casa. Mascherano, a San Lorenzo, hasta el 23; Abbondanzieri, a Bouquet, después de un par de días en Buenos Aires; Aimar, a Córdoba, hasta el 6 de agosto; Cambiasso... "No sé... Una semana, por lo menos, me quedaré acá"; Palacio, hoy rumbo a Bahía Blanca... Y Lionel Messi, último en retirarse y abrazado con fuerza a su madre, Celia, a descansar a Arroyo Seco. Pero es casi seguro que Messi no se pasará todos sus días de vacaciones en la Argentina pues estaba contemplando la posibilidad de viajar a China para rodar una campaña de publicidad durante tres días. Después, el delantero del Barça apuraría sus días de vacaciones en las aguas cálidas del mar Caribe hasta el momento de regresar a Barcelona, el 15 de agosto..

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