Friday, May 25, 2007

Quiero ser como Messi

David Cabrellez, que como Leo padece el déficit de hormonas de crecimiento, hizo realidad su sueño de conocer al argentino, su gran fuente de inspiración


Había ido a dormir a casa de tía Lorena, pero de puros nervios casi no pegó ojo y a las cinco de la mañana ya quería irse al Camp Nou. No era para menos. David Cabrellez se disponía a hacer realidad un sueño muy especial: conocer a Leo Messi, aquejado como él del denominado déficit de hormonas de crecimiento y que de niño también tuvo que recurrir a inyecciones diarias para estimular el estiramiento de sus huesos.

¿Habría complicidad entre ambos? ¿Qué le diría el crack? ¿Le firmaría un autógrafo? ¿Le daría un abrazo? ¿O consejos? ¿También se burlaban de él en el cole por su corta estatura, o por defender a un compañero de piel morena con el que aún se meten más? ¿Y si Leo no se para, si pasa de largo? ¿Y si no me ve? David, que a sus 9 años apenas levanta un metro y pico, y que lleva dos años de pinchazos para aumentar de talla, no dejaba de pensar en cómo sería el encuentro con el '19' del Barça, al que él idolatra por su fútbol y por tantas cosas más.

Tanto agobio le quitó el hambre y por mucho que Lorena insistiera no existía croissant lo suficientemente apetitoso como para que David le hincara el diente. Él sólo quería estar en La Masia, esperando a que los jugadores salieran de vestuarios. Era miércoles 23 de mayo. En Atenas se jugaría la final de Champions, pero antes tocaba ir a por Messi, que gracias a las hormonas creció 25 centímetros en 5 años, pasando de una estatura de 1.46 m. a la actual de 1.69 m. A las 11.00 horas David Cabrellez estaba apostado en la valla de acceso al campo de entrenamiento, agarrado todo enterito a su bloc y a un rotulador negro de tinta indeleble.

Xavi, Puyol, Edmílson, Eto'o, Zambrotta.... ¡Messi! Tía Lorena le pide si puede firmar en la libreta de David, quien de la emoción no atinaba a pronunciar palabra. ¿Una foto con el chaval? Leo accede y luego se incorpora a la sesión preparatoria. No ha habido tiempo para explicarle a Lionel que él, David, sabe qué es ser más bajito de la cuenta o que le admira por haber aguantado ese duro tratamiento y por haber llegado tan lejos teniendo tanto en contra. Ojalá luego pueda comentárselo.

Con la misión medio cumplida, a David le entra hambre. Los croissants que tía Lorena había traído de casa duran un minuto y medio y David asimismo recobró el habla. “Se le ve buena persona”, dijo y agregó que “éste es el mejor día de mi vida”. Después no perdió detalle de la sesión preparatoria y aunque Eto'o y Ronaldinho son otros dos jugadores que le gustan no perdía detalle de lo que hacían “los bajitos”, es decir Xavi, Iniesta, Deco y, por supuesto, Messi.

En el Sant Gabriel David Cabrellez luce el '10' y actúa “de extremo izquierdo o delantero centro”. No recuerda cuántos goles ha marcado, pero da para ser el segundo máximo realizador y tener la esperanza de superar unas pruebas en Can Barça cuando las vuelvan a convocar, en 2008. David estudiaba los movimientos de los de Rijkaard con mirada de entendido y deseoso de poner en práctica algún detalle bien memorizado.

La sesión tocó a su fin y Messi volvió a pasar por delante de aquella valla. Esta vez había que explicarle que los dos tenían mucho en común. Leo volvió a pararse. Posó para otro foto, ésta con mensaje de 'pulga' a 'pulguita' incluido: tras escuchar de boca de Lorena qué le pasaba a ese chico al que se le iluminaba la cara cada vez que le veía, Leo se agachó, cogió a David por el hombro y le dijo “ya sabes, ¿no?, que tienes que inyectarte las hormonas cada día” y le deseó “mucha suerte”. En ese instante David Cabrellez creció un palmo.

Los pinchazos ya no le dolerán. Ni las burlas. Porque Messi, que en el marco de la campaña 'Impossible is nothing' de Adidas ya alude sin tapujos a su antigua enfermedad, está con él. Leo comenzó a pincharse en ambas piernas al desplazarse a España a los 13 años, mientras David lleva 4 años (entre los 3 y los 7) de pruebas en el Hospital Vall d'Hebron y los citados dos de infiltraciones. Eso ya no importaba. Henchido, David se fue a por Thuram, Eto'o, Sylvinho y hasta a por Gabi Galán, utillero famoso gracias al 'león indomable' camerunés. Nadie le regateó la sonrisa o el autógrafo. Y Ronaldinho le dedicó la camiseta. Demasiado para el cuerpo...

Desde esta semana Leo Messi forma parte de la historia de David Cabrellez al haberle inyectado la mejor hormona posible: la del cariño de un crack empático y con mucha grandeza repartida por el físico. Papá David, mamá Gracia o el abuelo iban telefoneando a Lorena para ver qué tal le iba la matinal al peque. “Ojalá cada día fuera miércoles 23 de mayo”, respondía él con una amplia sonrisa

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