Sunday, July 08, 2007

Messi, la vida en el estrépito


La habitación de Lionel Messi es una caja de ruidos. Algo parecido a un estudio en el que su compañero, el frontman del grupo de cumbia Piolavago, Carlos Tévez, dedica el tiempo libre a buscar la inspiración poética escuchando temas calientes. Si abre la ventana y sale al balcón en busca de sosiego, Messi no encuentra más que ruido. Más estrépito. El hotel en el que se hospeda tiene vistas a un centro comercial de Barquisimeto atestado de madres que quieren ser su suegra, padres que quieren ser su suegro, hijas que quieren ser su esposa e hijos que quieren ser su cuñado. Al verle, todos chillan a coro: "¡Meeeeeeessssiiiiiiiiiii!".

Messi frunce el ceño. El único libro que leyó en su vida, Yo soy el Diego, cuenta en primera persona la vida trágica de Maradona. "No quiero vivir así", concluyó antes de abandonar la lectura en los capítulos intermedios. Ayer, en Barquisimeto, donde Argentina se preparaba para enfrentar a Perú en los cuartos de final, Messi comenzó a sentir la clase de presión que debió de soportar Maradona. Nunca antes había arrastrado tantas multitudes.

"Yo sólo juego al fútbol", dice Messi luchando por conservar su viejo estatus; "no soy abanderado de nada". La barba que le sombrea el mentón, los huesos recrecidos de la cara y una expresión de ligera desesperación han transformado el gesto pueril con que se presentó en el Mundial de Alemania. Tiene 20 años y la plantilla de la selección ha dejado de observarle como a un extraño. Si en la concentración de Nuremberg sufrió el aislamiento al que lo sometió la cuadrilla de Riquelme, aquí en Venezuela goza de la protección de algunos cabecillas. Alfio Basile, el técnico, le ha nombrado un tutor: Juan Sebastián Verón.

Verón ha pasado por las instancias más oscuras y más tormentosas del estrellato. Compañero de juergas de Maradona, muchacho extraviado en el Parma y marginado en el Manchester United, La Brujita no parece, en principio, el hombre adecuado para asumir una tutoría. Sin embargo, en los últimos años su carrera ha vuelto a ver la luz en el Estudiantes de la Plata, en el que experimenta una especie de resurrección futbolística y mental. Habla de su protegido para defenderlo de quienes le acusan de ser un soberbio solitario: "Messi es retraído. No se junta a tomar mate. Prefiere jugar a la Playstation. Para mí, es como si fuera mi hermanito menor, al que tengo que cuidar. Es para ponerlo en la mesita de noche!".

Verón ayuda a Messi fuera y dentro del campo. En la cancha es su principal socio y asesor. El capitán del Estudiantes y Basile, el entrenador, saben que, por más que Argentina controle los partidos mejor que nadie, sin Messi no es un equipo determinante. El delantero del Barcelona ha sido el único capaz de romper la cadencia del juego argentino. No ha marcado. Pero sus apariciones desequilibrantes han precedido los goles decisivos contra Colombia, Estados Unidos y Paraguay.

Ayer Basile dio fe de que considera que Messi merece una protección especial. "Lionel no tiene ningún problema" dijo el técnico. "Pero quiero que esté diez puntos contra Perú. Por eso en el último entrenamiento no hizo fútbol y lo mandé a pastorear [hacer carrera continua, en la jerga del seleccionador] junto con Crespo".

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